lunes, 17 de noviembre de 2014

La “Seño” Doris

A sus 79 conserva intacta las ganas de enseñar con desde el primer día que inició, son cientos los niños que han pasado por su sala.

Por: Loraine Orozco

Dorís Orozco.

La educación representa el contacto de los niños con un entorno ajeno al hogar, siendo la primera oportunidad de socialización. Los lugares donde se lleva a cabo este proceso se conocen como jardines infantiles.
El verdadero profesor es aquella persona que orienta, aconseja y transmite conocimiento, exige a sus estudiantes para que esto sean positivos y útiles en la sociedad donde tengan que desenvolverse. No todos nacemos con ese don de transmitir conocimiento y lograr la expresión de ideas y sueños profundos que vienen acompañados de grandes retos  sin dejarse vencer por los obstáculos que la vida a diario nos presenta.
Por tal motivo en la localidad del municipio de Pivijay no se puede encontrar a una que haga su trabajo con tanto esmero y dedicación como lo hace la “seño” Doris conocida y llamada así por los habitantes del pueblo de Pivijay.
Doris María es una de esas profesoras de la vida. Esta  nace el 13 de noviembre de 1935, en el municipio de Pivijay, Magdalena, concebido de la unión de Tulio Orozco y Silvia Pertuz.Doris María Orozco Pertuz no es una docente titulada, ni graduada con honores con los que actualmente cuentan los habitantes de nuestra sociedad. Llegó hasta quinto grado de bachillerato lo que hoy en día es grado un décimo.
La seño Doris comenzó a sus 13 años explicando clases a niños cuando regresaba del colegio, sin saber que esta sería su labor por el resto de su vida.
“Cuando venía del colegio le enseñaba a leer,  a escribir, a sumar y a restar a los vecinos, y así fue comenzando, ya después me pagaban por ayudar hacer las tareas a los pelaitos”. Recordó Doris María.
El Socorro
Cuando terminé el quinto grado ya tenía más de 50 alumnos, mi hermana Lida me tenía el afán que montara una colegio y como era difícil irse a estudiar entonces le hice caso y monté el colegio, ella fue la que comenzó a buscarme más alumnos y pedir colaboración en el comercio para los pupitres y el tablero, le mandé hacer un uniforme, las niñas con una faldita turquí y un suetercito blanco y los niños con un pantaloncito mocho turquí también y una camisita blanca. Entonces  aquí en la sala de mi casa, tenía primero y en el comedor tenía segundo grado, les enseñaba a leer, a escribir, sumar, restar, multiplicar y las oraciones, ya cuando hacían esos dos cursos, se llevaban a los pelaos para la Escuela de Varones, el Beatriz Cotes, San Juan Bosco, Madre Laura  que eran los colegios de aquí o si no se los llevaban para otro lado.
Y en la tarde cogía gente de refuerzo, pelaos grandes que estaban en los otros colegios y me los traían, a veces venían que estaban en tercero y no sabían ni leer.
“A mí me gusta enseñarle primero los números y las letras porque así es que aprende el niño, ya después que el se aprenda las letras, a mi me gusta que el estudiante aprenda a leer deletreando, decirle la “M” con la A” suena “MA” porque si uno le enseña “MA - MA” y cuando uno le quiere preguntar la letra él no te va a decir que es la letra M si no que “MA”, pero ahora no, ahora es por sílaba y hay pelaos que no saben.
Todos los días se despierta con las mismas ganas de transmitirle sus  conocimientos a los niños del municipio de Pivijay, como lo ha venido haciendo por más de 60 años.
Han sido muchas las generaciones del municipio que han pasado por las manos de esta ilustre profesora entre ellos ilustres personajes, médicos, profesores, “desde el más rico hasta el más pobre, gente del centro, incluso la gente de La Loma y La Colora” expreso la “seño Doris”.
Un nombramiento que su padre la hizo rechazar
Comentó también que fue nombrada en la Loma Magdalena, como docente pero su padre no le permitió laborar allí, argumentando que en su casa estaba mejor y ganaba más.
También anotó que su padre era un hombre temperamental y que tal vez se escudó en la cantidad de estudiantes que en ese entonces tenía para no dejarla ir de su casa.
Añadió también que su padre es encontraba bien económica mente y que tal vez esa sería la verdadera razón por la cual no la dejo marchar.
La “seño” Doris, ha enseñado desde el hijo del alcalde hasta a el hijo del boletero. Ella nunca fue a la universidad, y aun así tiene más alumnos que un profesor en un salón de clases. Es una mujer temperamental, le gusta regañar mucho al estudiante, es de esas profesoras antiguas que enseña a los reglazos. Iniciaba sus clases  con una cartilla de cartón, luego pasaba a dos cartillas de leer, y finalizaba con el libro del Manual de Carreño
Con una piel bronceada por el pasar de sus años, su piel manchada por el trajín de la vida, una mirada cálida, brillante que de sus ojos negros despliegan como dos luceros al anochecer, su cabello color plata por las canas que pronuncian su vejez  la profesora del pueblo recuerda con gratitud sus inicios en la docencia y lamenta la aparición de las ONG quien se llevó casi el 100% de sus estudiantes, ofreciendo transporte, merienda. Uniforme y todo. Pero esto no ha sido motivo para que ella cierre las puertas de su casa, descuelgue su tablero verde ya roto de tanto tiempo y eche sus sillas a un rincón de la sala como muchas veces lo ha pensado, pero sus ganas de enseñar, y sentir el bullicio de los niños que quieren tumbar las paredes de su casa es más fuerte.
Ahora solo espera cada mañana para salir a su patio, tomar un tinto, echar de comer a sus gallinas, alpiste a sus pájaros y sentarse bajo un palo de caucho a leer la prensa para luego, prepararles el desayuno a sus hijos y esperar a los 5 alumnos que actualmente tiene en refuerzo la jornada de la mañana.


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