Mujeres de la vida fácil,
pero lo que nadie se imagina es que no
es fácil y mucho menos vida.
Por: Yiseth Rodríguez
Ricas, pobres, flacas, gordas,
negras, todas son iguales y a la vez tan distintas, unas por placer, otras por
necesidad y una minoría simplemente por salir de la rutina. Las fiestas, las
calles y hasta sus hogares, son los puntos donde ellas ejercen su labor.
Según la Constitución Política
de Colombia: toda persona tiene derecho a un trabajo y a una remuneración por
su labor.
De hecho, las oportunidades de
una mejor calidad de vida, son el sueño de toda persona y aunque no lo vean
como un trabajo honesto, es el más complicado de todos, es desgastador, se
consume la belleza y el estado físico. Lo peor es que todos los clientes no son
iguales, unos buscan compañía, otros placer y muchos quieren maltratar, pero
esas son las consecuencias de este trabajo.
Muchos lo ven como un
trabajo, otros como una abominación, y una gran parte como una salida de la
pobreza, pero no sabemos porque lo hacen, si lo hacen por condiciones extremas
o porque les gusta.
‘Luna’, una mujer alta, con ojos tan grandes y negros
como la inmensa oscuridad, con piel tan suave como el terciopelo, y esa figura
de reloj de arena que hipnotiza a cualquiera con solo penetrar su mirada en
ellos y morderse los labios con esa intensa necesidad de satisfacer los deseos
del hombre que la mira.
Una
dura niñez
Hija de padres separados y
mayor de 5 hermanos, Luna, con tan solo 15 años tomó las riendas de su casa,
debido a que su madre cayó en una profunda depresión, al ver que el hombre que
tanto amaba se fue con una mujer mucho más joven que ella. Luna comenzó a
trabajar en el día como mensajera en una oficina y de noche iba al colegio,
pues solo le faltaba un año para graduarse de bachiller.
Una mañana de camino al trabajo, un carro la detuvo con la intención de
llevarla, y para sorpresa de ella era el jefe que le había dado la oportunidad de trabajar siendo
menor de edad. Ella sin malicia alguna,
se subió al carro sin esperar la cruel
escena que marcó su vida para siempre, el jefe, el hombre más respetado en ese
entonces, quiso cobrarse el favor de otra manera y sin ella esperarlo, él se le
lanzó encima y la violó, destrozándole sus partes íntimas y su corazón, desde
ese día ella no volvió a trabajar ahí.
Los días pasaron y ella aún
no asimilaba esa dura acción que cambió y marcó su vida para siempre, pero la
vida continuaba y la ilusión de sacar a su madre y a sus hermanitos adelante
era lo que le daba fuerzas para luchar. Comenzó a preguntarle a conocidos y
amigos sobre un trabajo y hubo una persona que le comentó sobre una fiesta y
que necesitaban unas amigas para que sirvieran de damas de compañía. Luna decía que ya no le podía pasar nada peor, así
que aceptó. Y desde ese día, Luna se convirtió en la dama que ilumina la noche
de los hombres que buscan perderse en su
cuerpo.
La
vida no es fácil
Luna cuenta:
Esto ni es vida, ni es
fácil. No es fácil acostarse con hombres asquerosos y viejos que solo buscan
que le chupen el culo y fingir placer con todo el que pase por la habitación. Y
no es vida porque muchos nos golpean o muerden, de hecho, son pocos los que nos
tratan bien, de una u otra forma ellos
creen que tienen el derecho de maltratarnos
porque somos trabajadoras sexuales, y no es así, somos mujeres de carne y hueso
que sentimos, solo que aprendimos hacer
buenas actrices para ganarnos el premio
nobel, o en nuestro caso, para llevarnos la mejor paga.
Un servicio está dividido
por platos, la entrada o abre boca, en ésta solo buscan contacto visual, eso quiere decir
que solo quieren vernos bailar y desnudarnos delante de ellos.
Primer plato, consiste en
sexo oral y juegos.
Segundo plato, es baile,
sexo vaginal y juegos.
Y el plato más caro es el postre, que incluye todo.
Pero esto no solo es de
hombres, también hay muchas mujeres que buscan aventuritas. Los precios cambian
dependiendo qué plato quieren y si es extranjero o nativo. De igual forma, el
precio aumenta el doble o hasta el triple cuando un cliente quiere tener
relaciones sin preservativos.
La gente nos discrimina por acostarnos con
hombres casados y solteros, en fin, hombres que buscan placer y si en empresas
abusan de mujeres gratis o por mantenerlas en puesto, nosotras por qué no
podemos cobrar por un servicio que estamos brindando.
Con esto no quiero decir que
toda la vida me voy a quedar en esto, pero sí hasta que mis hermanitos terminen
sus estudios.
Las
niñas rubí…
Estas niñas que oscilan
entre los 15 a 18 años, son las más deseadas, debido a que son las jóvenes
vírgenes que subastan en los shows de media noche. Muchas de estas niñas son
hijas de trabajadoras veteranas que se han dedicado toda su vida a esta
profesión.
Gloria, es una de las más
pedidas en el burdel, y, aunque solo tiene 16 años habla de la “carrera” con
mucha experiencia y seguridad. Aunque para muchos de mis lectores suene
impactante, ella prefirió dejar de jugar
con muñecas y empezar a jugar con hombres y mujeres que buscan satisfacción
sexual.
Dalila,
como todos sus clientes la conocen cuenta:
Yo empecé a los 14 años,
como todas comencé con el contacto visual y como soy de atributos pronunciados
atraigo mucho a simple vista, al principio me pareció muy fácil, pero sabía que
solo era el comienzo y sí que lo era. La primera noche que me subastaron yo
estaba tranquila porque sabía que de ahí en adelante yo iba a ganar mucho
dinero, pero me estrellé con la cruel realidad de los prototipos de mujer.
Para los clientes las “niñas rubí”, entre más
sencilla más llamativa y claro que tenía lógica, ellos buscaban delicadeza,
inocencia, niñas que olieran a vírgenes; y aunque yo era virgen en ese momento,
mi físico expresaba más edad. Pero en fin, después que vendí mi virginidad empecé a llamar más clientes, pues yo les
ahogo a ellos locuras, cosas que mis otras colegas no se atreven hacer.
A mi corta edad siento que
he vivido y he gozado lo que muchas en años no han logrado, no sé hasta dónde
voy a llegar, lo que si se, es que tengo que aprovechar al máximo la belleza que
Dios me regaló.
Ellas también cuentan
A través de la sección de
sanidad, se lleva a cabo el registro de prostitutas, que contiene la
inscripción de pupilas. De esta manera controlan la cantidad de mujeres que se
dedican a este oficio, tanto en el aspecto de la salud, debido a que están
sujetas a una revisión física periódica y es obligación realizar esta inspección sanitaria por parte de la sección
de Sanidad.
Les cobran impuesto por
ejercer este oficio y pagan según les corresponda la categoría a la que pertenezcan,
desde la primera hasta la cuarta clase.
Las mujeres que ejercen la prostitución tienen que presentar su
solicitud ante el director de la sección de sanidad expresando su nombre,
domicilio, edad, origen y afiliación, la casa en la que van a vivir, si es aislada (las habitaciones solas) o como pupila (las que trabajan en
burdeles); el lugar del burdel al que van a pertenecer y el nombre de la proxeneta de ese establecimiento; su declaración de
libre voluntad para dedicarse a la prostitución, y que estaban dispuestas a
practicarse el reconocimiento médico indispensable de salud.
Cuando se presenta una
calamidad a nivel de salud, como una gripa, malestar general o en su defecto
enfermedad venérea, ellas tienen una incapacidad de tres meses, en las que son tratadas con
medicamento, pero si la enfermedad persiste,
su credencial las inhabilita como
no aptas para ejercer el oficio.
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