Los
comerciantes no hacen exclusión de personas
Por: Sandra Serrano

¿Ha pensado en algún momento
lo que representa la oscuridad
permanente?, esta es la pregunta que
Francisco Manotas de Luque le hace a aquellas personas que no entienden lo que
significa vivir con una enfermedad que cada día consume más sus ojos, una
enfermedad que lucha por mantenerlo fuera del lugar de trabajo, el mercado de
Santa Marta, pero también es la lucha en la que Manotas de Duque no baja su
bandera, pues cada mañana a las 6: 00 a.m., empieza su jornada, toma sus botas
y emprende un largo camino desde el barrio San Jorge, cruzando la vía alterna
hasta llegar a la distribuidora El Sembrador, con la mejor cara y disposición
para trabajar.
Francisco Manotas es un
hombre de 44 años de edad, nació en Bogotá, pero fue criado en la ciudad de
Santa Marta, cuenta su madre Carmen de Luque que lo tomó en adopción cuando
apenas era un bebé, y que desde ese momento lo quiso tanto como a cualquiera de
sus otros nueve hijos propios, aunque estos no lo aceptaron tan gratamente como
ella.
Manotas de Luque relata cómo
su madre biológica luego de 15 años intentó aparecer en busca de él, ofreciéndole
dinero a su madre adoptiva para que se lo dejase llevar, pero ésta aun en su
pobreza y difícil situación no aceptó; Laura su verdadera madre es una mujer
que para él no significa nada pues afirma que su madre fue quien lo crió y no
quien lo parió, “no guardo resentimiento pero tampoco amor”.
Desde los 7 años este hombre
golpeado por una vida llena de necesidades, falta de amor, sin las mismas
posibilidades de crecer como un niño normal, pues los juegos, jardines o colegio
nunca pudo disfrutar, fue así como emprendió su vida laboral, trabajando días enteros en el mercado,
descargando camiones, limpiando granos, haciendo mandados y diferentes
funciones que los comerciantes le encomendaban, era así como al terminar el día
los andenes fueran su lugar de descanso. La falta de afecto lo llevó a la
indigencia, fue así como años después sería conocido como ‘Cusumbo’, haciendo
referencia a aquel niño actor que a pesar de su pobreza y la falta de una
familia se dedicó a deambular haciendo el bien, y dejando mensajes de bondad en
aquellos que lo rodeaban.
Mucho tiempo después un
comerciante le ofreció un trabajo estable, que le permitiera mejorar la calidad
de vida, un comerciante que no solo le habló del dinero, sino que le habló de
Dios, de emprender una nueva vida y regresar a su casa, pues las calles no son
el mejor lugar para pasar una noche después de un arduo día de trabajo,
Francisco refleja en sus ojos la alegría de aquel día en el que este hombre que
más que su jefe es como su padre aquel que nunca tuvo.
Hoy por hoy la fama de
‘Cusumbo’ ha quedado en el olvido, y ha adquirido un nuevo sobrenombre, pero
esta vez, uno que no le recuerda aquellas épocas de silencio y soledad, sino
por el contrario el cariño de la gente, actualmente es conocido por los
comerciantes, muleros y compañeros como ‘Kiko’.
Dos de sus compañeros de
trabajo en medio de la charla no paran de molestarle fingiendo que ha llegado
la secretaria, pero él muy seriamente afirma que es su jefa Yuli Picón, pues su vista tiene algunos reflejos que le
permiten identificar a quienes a su lado están, este hombre desde hace 4 años
afronta una enfermedad que se enfrasca en sus ojos conocida como
Glaucoma Crónica, enfermedad que le ha
constado más de una caída, donde afortunadamente ha salido bien librado.
Una de sus experiencias
cuenta Katia una de sus hermanas fue aproximadamente hace 3 años, cuando
esperaban a ‘Kiko’ en la casa, pero lastimosamente nunca llegó, pues de camino
a esta y por la oscuridad de la noche sus ojos no captaban ninguna luz que
iluminara su camino, aun así intentó seguir su recorrido, pero
desafortunadamente cayó en una cuneta donde terminó acostado por el tropiezo,
por miedo a levantarse y no saber qué
camino tomar, Francisco tuvo que pasar la noche allí, y al llegar la mañana y
ver la luz pudo levantarse y llegar hasta su casa, algo sucio y maltratado, con
lágrimas en los ojos e impotencia por lo sucedido.
Aun así ‘Kiko’ afirma no
tener afán por su enfermedad, pues día a día se adapta más a ella y le pide al
señor que lo llene de fuerzas para salir adelante.
Joel Gallardo su jefe define
a ‘Kiko’ como un trabajador eficiente, colaborador que busca siempre hacer las
cosas bien, a pesar de su discapacidad se destaca en el negocio como uno de los
más eficientes, algo cascarrabias con sus compañeros, pero realmente no se
distingue de aquellos que aún tienen completos sus cinco sentidos, pues él
siempre está en disposición para trabajar, empacando los granos, sellando la
mercancía y llevándola a los negocios cercanos.
Sus compañeros de trabajo
entre risas y chanzas muestran gran aprecio por él, según sus palabras, la
paciencia es la clave principal para sobrellevarlo, debido a que éste con todos
los años de trabajo ha adquirido la experiencia suficiente, para guiarlos.
Como
pensaría y cómo articularía sus ideas sobre el mundo sin poder expresarlas a
través de la voz
Este es el caso de Amauris
Rafael Muñoz Charris un hombre sin voz pero con mucha personalidad, un hombre
que muestra su búsqueda constante por intentar tener una vida normal, aun sin
poder hablar, es conocido por todos como el ‘mudo’, y se ha dedicado a trabajar
en esta empresa desde hace 7 años, donde poco a poco ha aprendido a distinguir
las funciones que le corresponden.

Joel Gallardo, un hombre
cristiano, regido bajo la ley de la biblia cuenta cómo es necesario abrirle las
puerta a todas esas persona que honradamente intentan vivir la vida, sin
importar discapacidad, color, sexo, pues todos somos hijos de Dios, y en la familia
sembrador como en el reino de Dios bienvenidos son, pues son discapacidades que
según Joel Gallardo no lo limitan a realizar las funciones que la empresa
necesita en sus empleados.
Muñoz Charris en su jornada
de descanso o en pleno ejercicio de sus labores, tiene ciertas “conversaciones”
con un amigo imaginario, tal vez su discapacidad le hace crear un mundo de fantasías
que le permiten expresar lo que en la realidad no es posible, por lo que
Amauris en medio de su trabajo, silencio
y soledad refleja estar acompañado, disfrutando de amenas conversaciones en la
que las carcajadas son inevitables, por lo que sus compañeros en forma de burla
le señalan que está loco.
Mientras tanto, Jhon Jader
Paez Bloom precisa a Amauris Rafael como ese trabajador estrella, ese que a
pesar de no tener voz, logra a través de sus señas transmitir cada una de sus
palabras, muestran en la parte de atrás de la bodega la grabadora que el mudo
tiene para trabajar, pues apenas esta es encendida su cuerpo empieza a bailar a
su manera, deducen sus compañeros de trabajo que las vibraciones de la música
él las percibe y las expresa a través del baile.
Un
cromosoma de más que lo hace especial en la sociedad
Adalberto Josue Kaleth Garcia
Rojano más conocido como ‘Chima’ es un niño con síndrome de down, que en sus
tiempo libres decide ir por 2000 pesos ni un peso más mi un peso menos.
Es el segundo hijo de una
familia residente de la ciudad que hace 21 años en su segundo intento por un
nuevo integrante, obtuvo como resultado un ser supremamente especial, así lo
relata su madre Kati Rojano, la vendedora de la empresa.
‘Chima’ es un niño con
discapacidades mentales, que no le permiten el desarrollo de ciertas
actividades, por lo que desde muy pequeño su madre salía con él a vender por el
mercado, pero este se fue encariñando con la familia El Sembrador, hasta llegar
el punto de pedirle a su madre en su inocencia que lo llevase a trabajar a este
lugar, que gratamente le abrió sus puertas.
Adalberto un joven de ojos
rasgados, boca chiquita y estatura pequeña, visita de jueves a sábados el lugar
que según dice él lo distrae, y le da el pan y la pony que su madre evita que
coma con frecuencia, para que este no se enferme.
A pesar de su cara de niño
ha desarrollado una fuerza de hombre, que le permite trabajar en descargas,
empacados y arrumes de mercancías; sus compañeros expresan sentir gran aprecio
por él, y algunas veces deciden bromearle, por lo que este reacciona llorando y
llamando a su mamá, segundos después uno
de ellos compra una pony y calma su llanto.
Ana González la secretaria
de la empresa sabe cómo llamar la atención de ‘Chima’ pues este tiene una
canción en especial que lo pone a bailar y cantar hasta llegar a los brazos de
Morfeo, es así como Ana después del almuerzo y a recomendación de su madre le
pone una canción en la que quema sus energías hasta el punto de quedar exhausto
yéndose a recostar en un sofá, en el que descansa alrededor de hora y media,
para luego continuar su trabajo.
Alberto Restrepo, un caminero
del lugar, expresa las facetas que este niño algo diferente a los demás le enseña
cada vez que su carga debe bajar, la
colaboración y el esmero que este pequeño joven le pone a cada una de sus
funciones, en busca de no ser tratado como alguien diferente, Restrepo afirma
encontrar en este hombre con cara de niño muestras constantes de humildad y
amor, que le permiten meterse en el corazón no solo de él sino de quienes lo
rodean.
Cada vez que llega un camión
es el primero en salir a buscar qué se necesita bajar, sus compañeros lo ponen
a descargar y arrumar las pacas, luego de esto ‘Chima’ coge una de las escobas
y limpia el lugar, pues cuenta que el aseo debe ser lo primordial, y que en su
casa a él le gusta limpiar, ayudando así a su mamá en los quehaceres del hogar.
‘Chima’ es un niño que en
sus ojos lleva la esperanza por superar las adversidades de la vida, que él de
una u otra manera intenta dejar atrás llevando consigo simplemente la
felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario