martes, 20 de mayo de 2014

Unos discapacitados llenos de capacidades

Los comerciantes no hacen exclusión de personas
Por: Sandra Serrano

Todos los días encontramos a millones de personas que intentan salir adelante y sobre pasar aquellas limitaciones de la vida, este es el caso de algunos de los trabajadores de la empresa distribuidora El Sembrador.

¿Ha pensado en algún momento  lo que representa la oscuridad permanente?,  esta es la pregunta que Francisco Manotas de Luque le hace a aquellas personas que no entienden lo que significa vivir con una enfermedad que cada día consume más sus ojos, una enfermedad que lucha por mantenerlo fuera del lugar de trabajo, el mercado de Santa Marta, pero también es la lucha en la que Manotas de Duque no baja su bandera, pues cada mañana a las 6: 00 a.m., empieza su jornada, toma sus botas y emprende un largo camino desde el barrio San Jorge, cruzando la vía alterna hasta llegar a la distribuidora El Sembrador, con la mejor cara y disposición para trabajar.


Francisco Manotas es un hombre de 44 años de edad, nació en Bogotá, pero fue criado en la ciudad de Santa Marta, cuenta su madre Carmen de Luque que lo tomó en adopción cuando apenas era un bebé, y que desde ese momento lo quiso tanto como a cualquiera de sus otros nueve hijos propios, aunque estos no lo aceptaron tan gratamente como ella.

Manotas de Luque relata cómo su madre biológica luego de 15 años intentó aparecer en busca de él, ofreciéndole dinero a su madre adoptiva para que se lo dejase llevar, pero ésta aun en su pobreza y difícil situación no aceptó; Laura su verdadera madre es una mujer que para él no significa nada pues afirma que su madre fue quien lo crió y no quien lo parió, “no guardo resentimiento pero tampoco amor”.

Desde los 7 años este hombre golpeado por una vida llena de necesidades, falta de amor, sin las mismas posibilidades de crecer como un niño normal, pues los juegos, jardines o colegio nunca pudo disfrutar, fue así como emprendió su vida laboral,  trabajando días enteros en el mercado, descargando camiones, limpiando granos, haciendo mandados y diferentes funciones que los comerciantes le encomendaban, era así como al terminar el día los andenes fueran su lugar de descanso. La falta de afecto lo llevó a la indigencia, fue así como años después sería conocido como ‘Cusumbo’, haciendo referencia a aquel niño actor que a pesar de su pobreza y la falta de una familia se dedicó a deambular haciendo el bien, y dejando mensajes de bondad en aquellos que lo rodeaban.

Mucho tiempo después un comerciante le ofreció un trabajo estable, que le permitiera mejorar la calidad de vida, un comerciante que no solo le habló del dinero, sino que le habló de Dios, de emprender una nueva vida y regresar a su casa, pues las calles no son el mejor lugar para pasar una noche después de un arduo día de trabajo, Francisco refleja en sus ojos la alegría de aquel día en el que este hombre que más que su jefe es como su padre aquel que nunca tuvo.
Hoy por hoy la fama de ‘Cusumbo’ ha quedado en el olvido, y ha adquirido un nuevo sobrenombre, pero esta vez, uno que no le recuerda aquellas épocas de silencio y soledad, sino por el contrario el cariño de la gente, actualmente es conocido por los comerciantes, muleros y compañeros como ‘Kiko’.  
Dos de sus compañeros de trabajo en medio de la charla no paran de molestarle fingiendo que ha llegado la secretaria, pero él muy seriamente afirma que es su jefa Yuli Picón,  pues su vista tiene algunos reflejos que le permiten identificar a quienes a su lado están, este hombre desde hace 4 años afronta una enfermedad   que se enfrasca en sus ojos conocida como Glaucoma Crónica, enfermedad que  le ha constado más de una caída, donde afortunadamente ha salido bien librado.

Una de sus experiencias cuenta Katia una de sus hermanas fue aproximadamente hace 3 años, cuando esperaban a ‘Kiko’ en la casa, pero lastimosamente nunca llegó, pues de camino a esta y por la oscuridad de la noche sus ojos no captaban ninguna luz que iluminara su camino, aun así intentó seguir su recorrido, pero desafortunadamente cayó en una cuneta donde terminó acostado por el tropiezo, por miedo  a levantarse y no saber qué camino tomar, Francisco tuvo que pasar la noche allí, y al llegar la mañana y ver la luz pudo levantarse y llegar hasta su casa, algo sucio y maltratado, con lágrimas en los ojos e impotencia por lo sucedido.
Aun así ‘Kiko’ afirma no tener afán por su enfermedad, pues día a día se adapta más a ella y le pide al señor que lo llene de fuerzas para salir adelante.

Joel Gallardo su jefe define a ‘Kiko’ como un trabajador eficiente, colaborador que busca siempre hacer las cosas bien, a pesar de su discapacidad se destaca en el negocio como uno de los más eficientes, algo cascarrabias con sus compañeros, pero realmente no se distingue de aquellos que aún tienen completos sus cinco sentidos, pues él siempre está en disposición para trabajar, empacando los granos, sellando la mercancía y llevándola a los negocios cercanos.

Sus compañeros de trabajo entre risas y chanzas muestran gran aprecio por él, según sus palabras, la paciencia es la clave principal para sobrellevarlo, debido a que éste con todos los años de trabajo ha adquirido la experiencia suficiente, para guiarlos.


Como pensaría y cómo articularía sus ideas sobre el mundo sin poder expresarlas a través de la voz

Este es el caso de Amauris Rafael Muñoz Charris un hombre sin voz pero con mucha personalidad, un hombre que muestra su búsqueda constante por intentar tener una vida normal, aun sin poder hablar, es conocido por todos como el ‘mudo’, y se ha dedicado a trabajar en esta empresa desde hace 7 años, donde poco a poco ha aprendido a distinguir las funciones que le corresponden.

Sus cinco compañeros tienen diversas señas con él, para que Muñoz entienda y pueda comunicarse y desarrollar de manera más rápida sus labores, aunque algunas veces estos bromean con la discapacidad que Amauris Rafael padece por lo que este toma reacciones agresivas pero inmediatamente toma una posición de reflexión y se aleja de ellos algunos días, con la intención de que estos necesiten de él para volver a relacionarse con ellos.

Joel Gallardo, un hombre cristiano, regido bajo la ley de la biblia cuenta cómo es necesario abrirle las puerta a todas esas persona que honradamente intentan vivir la vida, sin importar discapacidad, color, sexo, pues todos somos hijos de Dios, y en la familia sembrador como en el reino de Dios bienvenidos son, pues son discapacidades que según Joel Gallardo no lo limitan a realizar las funciones que la empresa necesita en sus empleados.

Muñoz Charris en su jornada de descanso o en pleno ejercicio de sus labores, tiene ciertas “conversaciones” con un amigo imaginario, tal vez su discapacidad le hace crear un mundo de fantasías que le permiten expresar lo que en la realidad no es posible, por lo que Amauris en medio de  su trabajo, silencio y soledad refleja estar acompañado, disfrutando de amenas conversaciones en la que las carcajadas son inevitables, por lo que sus compañeros en forma de burla le señalan que está loco.

Mientras tanto, Jhon Jader Paez Bloom precisa a Amauris Rafael como ese trabajador estrella, ese que a pesar de no tener voz, logra a través de sus señas transmitir cada una de sus palabras, muestran en la parte de atrás de la bodega la grabadora que el mudo tiene para trabajar, pues apenas esta es encendida su cuerpo empieza a bailar a su manera, deducen sus compañeros de trabajo que las vibraciones de la música él las percibe y las expresa a través del baile.

Un cromosoma de más que lo hace especial en la sociedad

Adalberto Josue Kaleth Garcia Rojano más conocido como ‘Chima’ es un niño con síndrome de down, que en sus tiempo libres decide ir por 2000 pesos ni un peso más mi un peso menos.

Es el segundo hijo de una familia residente de la ciudad que hace 21 años en su segundo intento por un nuevo integrante, obtuvo como resultado un ser supremamente especial, así lo relata su madre Kati Rojano, la vendedora de la empresa.

‘Chima’ es un niño con discapacidades mentales, que no le permiten el desarrollo de ciertas actividades, por lo que desde muy pequeño su madre salía con él a vender por el mercado, pero este se fue encariñando con la familia El Sembrador, hasta llegar el punto de pedirle a su madre en su inocencia que lo llevase a trabajar a este lugar, que gratamente le abrió sus puertas.

Adalberto un joven de ojos rasgados, boca chiquita y estatura pequeña, visita de jueves a sábados el lugar que según dice él lo distrae, y le da el pan y la pony que su madre evita que coma con frecuencia, para que este no se enferme.

A pesar de su cara de niño ha desarrollado una fuerza de hombre, que le permite trabajar en descargas, empacados y arrumes de mercancías; sus compañeros expresan sentir gran aprecio por él, y algunas veces deciden bromearle, por lo que este reacciona llorando y llamando  a su mamá, segundos después uno de ellos compra una pony y calma su llanto.

Ana González la secretaria de la empresa sabe cómo llamar la atención de ‘Chima’ pues este tiene una canción en especial que lo pone a bailar y cantar hasta llegar a los brazos de Morfeo, es así como Ana después del almuerzo y a recomendación de su madre le pone una canción en la que quema sus energías hasta el punto de quedar exhausto yéndose a recostar en un sofá, en el que descansa alrededor de hora y media, para luego continuar su trabajo.

Alberto Restrepo, un caminero del lugar, expresa las facetas que este niño algo diferente a los demás le enseña cada vez  que su carga debe bajar, la colaboración y el esmero que este pequeño joven le pone a cada una de sus funciones, en busca de no ser tratado como alguien diferente, Restrepo afirma encontrar en este hombre con cara de niño muestras constantes de humildad y amor, que le permiten meterse en el corazón no solo de él sino de quienes lo rodean.

Cada vez que llega un camión es el primero en salir a buscar qué se necesita bajar, sus compañeros lo ponen a descargar y arrumar las pacas, luego de esto ‘Chima’ coge una de las escobas y limpia el lugar, pues cuenta que el aseo debe ser lo primordial, y que en su casa a él le gusta limpiar, ayudando así a su mamá en los quehaceres del hogar.
‘Chima’ es un niño que en sus ojos lleva la esperanza por superar las adversidades de la vida, que él de una u otra manera intenta dejar atrás llevando consigo simplemente la felicidad.




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