martes, 20 de mayo de 2014

Club Activo 20-30

“Uno nunca se enaltece tanto como cuando se arrodilla para ayudar a un niño”
Por: María Fernanda Betancur Moreno

Una organización formada por jóvenes con espíritu de liderazgo y dispuestos a ayudar a niños con pocos recursos económicos, que desean un mejor futuro y progreso de la sociedad colombiana.

La historia de Activo 20-30 Internacional inicia en 1922 cuando unos jóvenes que vivían en Aberdeen, Washington, ya cansados de que los clubes de servicio fueran dirigidos por personas mayores poco creyentes en la responsabilidad juvenil, vieron la necesidad de crear un club de servicios que fuese liderado por jóvenes adultos.


Este par de jóvenes decidieron alejarse de los grupos existentes y formar un club propio; “un club en que jóvenes adultos tuvieran la oportunidad de involucrarse activamente en el servicio a sus comunidades; un club donde las ideas jóvenes respaldadas por el entusiasmo y la energía de juventud, podría compartir responsabilidades cívicas en una base igual que los clubes compuestos por hombres mayores”.

Roxana Pardo secretaria y miembro del Club, habla acerca de los objetivos de esta organización, los cuales se basan en la formación de líderes para el servicio de la comunidad, servir a la niñez y a su comunidad, así mismo ayudar al desarrollo de la amistad y promover la confraternidad, fomentando en las comunidades los más altos principios humanos, morales y cívicos.

Activo 20-30 se rige bajo un código internacional para sus miembros, en el que se estipula que cada uno de los integrantes debe mostrar aprecio conveniente a la comunidad y hacer todo lo que esté en su capacidad para su crecimiento y desarrollo, deben reconocer que la amistad es recíproca y que en la cooperación amistosa se da el fundamento para la sociedad, el club Activo 20-30 debe ofrecer un servicio sincero y desempeñar de la mejor manera las actividades que la organización asigne.

Miembros del club

Este club en Santa Marta, fue fundando en el mes de mayo de 2012, actualmente cuenta como 17 socios activos, preparados para asumir retos que imponga la asociación nacional y la organización internacional. Está conformado por jóvenes entre los 20 y 39 años de edad, donde el objetivo principal es ayudar a la niñez menos favorecida, con obras enfocadas en mejorar su alimentación y escolaridad.

Verónica Echeverry, socia desde hace 5 meses narra su experiencia como la satisfacción de ayudar  a la sociedad contribuyendo a lograr un mejor futuro a través de una mejor infancia para los niños. Para lograr ser miembro activo, se debe cumplir con la asistencia a dos actividades que realicen con niños, a tres reuniones donde se exponen casos particulares de las fundaciones con las que trabajen y deben ser elegidos por medio de una votación donde cada miembro da su voto para aceptar el ingreso de un nuevo miembro.

Adalberto Banderas, miembro activo del club, fotógrafo profesional que trabaja en la creación y manejo páginas web, ha sido un nuevo pilar que ha ayudado al avance de este club y su reconocimiento en la ciudad, pues con su trabajo como fotógrafo y la calidad que ofrece, se pudo diseñar un página web que describe todos los aspectos que forman a este club y así ya son más las personas que lo conocen y quieran hacer parte de él.

Oscar Gómez estuvo cerca de 8 meses como miembro activo y ahora reside en otro país donde está buscando la manera de lograr la creación de 20-30, se encuentra en una categoría donde sigue siendo miembro pero no tiene voz ni voto, pero deberá seguir pagando la cuota mensual de 20.000 pesos que destinada a las actividades para niños. Así es el caso de diferentes miembros del club, quienes participan en esta organización por deseo y el espíritu colaborador que caracteriza a gran parte de la población samaria.

Actividades

Activo 20-30 realiza actividades donde le brindan a los niños momentos llenos de felicidad, he tenido la oportunidad de estar en dos “mañanas felices”, que ha sido un desayuno en McDonald’s lleno de juegos para niños de la fundación Oasis. Eran alrededor de 25 niños entre los 6 y 10 años de edad, llegaron con su mejor ropa y su cara reflejaba alegría por ser la primera vez que iba a este restaurante.

Miguel, un niño de 7 años sorprendente por la manera de hablar, al darle su desayuno decidió guardar la mitad para su hermanita de 4 años, quien se encontraba en su casa sin desayuno. Él cuenta que su mamá sale muy temprano a trabajar, cerca de las 5 a.m., y regresa en horas de la noche, dejando a sus tres hijos, siendo él el mayor solos por todo el día, se preparan el almuerzo, algunas veces llega la vecina a mirar si están bien y entre todos se cuidan, salen a jugar, van y regresan solos del colegio. “Ante esta situación lo que se busca es ayudar a que crezcan con principios y valores para que logren ser hombres de bien”, Roxana Pardo.

Fundación Amor por los niños

Santa Marta, cuna de reinas y cantores, tierra que han pisado grandes personajes de la historia de Colombia, es la ciudad donde habitan infantes que caminan sin zapatos, que sonríen sin parar y se alimentan de lo poco que les dan.
Fundación Amor por los Niños, se une al Club Activo 20-30, para brindar momentos felices. Conformado por personas que les nace darle cariño y protección a niños del barrio Oasis, uno de los más humildes de Santa Marta. Cuentan con más de 100 infantes de diferentes edades, a los que les brindan ayudas alimentarias, educativas y recreativas; esta fundación busca una infancia feliz, sin violencias ni maltratos, construyendo jóvenes de bien.

A diario, los encargados de esta fundación buscan los medios para satisfacer las necesidades básicas de los niños, consiguiendo patrocinio con diferentes empresas y el apoyo de diferentes docentes quienes en las horas de la tarde, le dan refuerzos académicos a los niños. Así mismo, cuentan con el apoyo de grandes personas como “Lina y el combo de los padrinos mágicos”, como se hacen conocer, porque siempre sorprenden con detalles inesperados, son como una columna vertebral para la fundación; es una organización que ha crecido y se ha podido mantener gracias al apoyo de la comunidad samaria, según afirma Alain director de la fundación.

Sorprendente el caso de Camilo, un niño de 13 años con una habilidad del habla que atrapa a cualquier visitante, tiene la capacidad de narrar un partido de fútbol como lo hacen los profesionales. Además de ser espontáneo y presentar a cada uno de sus compañeros con características que según él cada uno posee, se cree el líder de su comunidad.

Cada uno de los niños tiene diferentes historias, unas muy tristes que no se explica la manera como ellos cada día sonríen y dan gracias a Dios por la vida que tienen; todos los sábados cuando llegan los miembros de la fundación el brillo de sus ojos es intenso, la emoción de abrazarlos se demuestra cuando solo ven el carro acercarse y todos de pie saludando con los brazos arriba, y no han terminado de entrar las personas cuando se escuchan muchas voces contando diferentes historias. Las personas que trabajan para ayudar a que los niños tengan una mejor infancia, ayudan a que el mundo pueda ser cada día mejor.

Historia de una lucha constante por vivir

Una familia que ha salido adelante sin importar los obstáculos y ha aprendido que Dios tiene sus ángeles en la Tierra.

Alrededor de 3:00 p.m., de un domingo,  Santa Marta se encuentra con una alta temperatura de aproximadamente 35 C°, muchos de sus habitantes sentados en las terrazas refrescándose con las brisa, otros disfrutando de la playa, o tal vez en sus cuartos descansando un poco. Mientras que una señora de 39 años sigue en la cocina de la casa de sus jefes, trabajando y ayudando a organizar todo para una comida donde más de 30 personas han sido invitadas y así en medio de sus ocupaciones cuenta un poco de su vida.

María Cristina Muñoz, una caleña que decidió salir del calor de su hogar a los 20 años, para enfrentarse a la vida marital de engaños, violencia y desplazamientos. Hace 5 años vive en Santa Marta, le tocó salir de Cali porque su esposo fue amenazado por causas que ella prefiera no comentar. Desde entonces llegan a esta ciudad con la esperanza de encontrar un trabajo digno que les permita educar a sus 3 hijos que en ese entonces tenía.

Llegan a un sector por la avenida alterna, cerca de la entrada del barrio Oasis, allí como muchos más desplazados instalan su “casa”, hecha de palos de madera, bolsas negras y una teja que encontraron en la calle, que solo usaban si llovía. María se dedicó a pedir limosna junto con sus 3 hijos, el mayor tenía 9 años y en ocasiones lavaba los vidrios de los autos en los semáforos, mientras su esposo se iba todo el día fuera de la casa y regresaba en la noche sin ningún dinero y explicación de que estaba haciendo. Así vivieron cerca de 6 meses, en una constante lucha de supervivencia.

Un día, su hijo Kevin de 9 años, logra ser amigo de varios niños del Oasis y estos le contaban las situaciones de sus hogares, pero también, se enteró de un señor llamado Benny, que había llegado de Estados Unidos con el fin de ayudar a poblaciones vulnerables. Le habían dicho que la mayoría de los días él iba al barrio en las horas de la tarde y llevaba comida, útiles escolares y en ocasiones ropa. Siendo así Kevin le comenta a su mamá viendo a este señor como una gran ayuda en su hogar. Al día siguiente Kevin junto a sus 2 hermanos, esperaban al señor Benny en la entrada del barrio y cuando llego él se llevó una gran impresión.
“Eran solo tres niños sentados en un andén, mirando sin descuido a la calle, cuando llegué uno de los jóvenes que ya me conocía gritó avisando que ya había llegado, estos tres niños se pusieron de pie, estaban vestidos con ropa muy vieja, zapatos desgastados y extremadamente flacos, creo que podría cargar a los tres al mismo tiempo sin ningún problema. La encargada de la alimentación al preguntarle quienes eran, me cuenta la situación de ellos y los considere tan especiales que me he puesto en la tarea de ayudarlos a salir adelante como lo han logrado”. Señor Benny.

María, una mujer muy reservada y tímida, resume la llegada del señor Benny en sus vidas afirmando que Dios si existe y tiene sus ángeles en la tierra, pues lo primero que él hizo por su familia y muchas más, fue conseguir materiales para construir casas y los mismos habitantes de este sector la edificaban, todos los domingos ahora son almuerzos comunitario, donde asisten más de 50 personas. Ayudo a una mejor educación en el colegio del barrio, consiguió que unos miembros de la iglesia cristiana a la cual él pertenecía, brindaran clases sin ningún costo y así la vida de muchas familias mejoró.

Muy agradecida esta María con el señor Benny, porque luego de año y medio en que ella ya tenía una pequeña casa de una sala y un cuarto, él la ayudo a conseguir un trabajo como empleada de servicio en una casa de familia. Sus hijos que ya estaban yendo a la escuela, se encontraban en un mejor estado de salud  y con capacidades de quedar solos en casa y mantener el orden y el bueno comportamiento.

Kevin y sus dos hermanos, Cristina y Jhon, por una época empezaron a descuidar sus estudios y se ponían a trabajar, vendiendo frunas, lavando casas, mientras María trabajaba y no se daba cuenta. Su papá descuidó a su familia, dejó embarazada a María por cuarta vez y se fue de la Ciudad, es la hora y nunca más ha llamado para saber de sus hijos. Sin embargo estas situaciones los hacen fuertes y le ha permitido seguir adelante unidos.


Kevin, es un niño que ahora tiene 14 años y se siente como el señor de la casa, cuida de sus hermanos, va a la escuela y todos los domingos asiste a la iglesia. Algunas veces sale a trabajar, conocer a un señor de labores que en ocasiones le pide ayuda y le da algo de dinero. María es empleada de servicio, se gana el mínimo pero se siente tranquila y feliz porque ha podido sacar a sus adelante, niños que vivieron en una fuerte lucha familiar, presenciaron maltratos entre sus padres, duraron días sin comer y pidiendo limosnas.

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