Puestos de tradición y heredables de familias o amigos a los que la población más quiere, porque simplemente saben atender con amabilidad.
Por: Ana Succar
Mientras Erika Martínez lava su puesto de jugos a las 8:30
de la mañana, pues tiene un tiempo con pocos clientes afirma, “es como estar en
la casa de uno, no se puede hacer la comida con la cocina sucia, a mí me gusta
tener todo limpiecito porque eso es lo que le gusta a mis clientes y a mí. Es que a ninguno le gusta que cuando les sirva
su jugo este haciendo esto y votando el agua”.
En toda “la Quinta” desde hace ocho años Erika se dedica a
la venta de jugos, negocio que le dejó una gran amiga cuando se fue de la
ciudad. Día tras día se esfuerza no solo por hacer estas delicias caseras, también es carismática y sencilla por naturaleza, de
las mayores cualidades que hacen sentir a sus clientes bien atendidos y sea ella la primera opción al momento de desayunar.
Mientras recibía su tinto diario de otro vendedor Erika comentó, “yo he tenido clientes de todas partes, hay unos que son fijos desde que estoy acá, otros que son extranjeros y se quedan hablando mientras tanto. Me acuerdo mucho de una colombiana que vive en Australia, cada vez que viene me visita y me hace la compra”.
Mientras recibía su tinto diario de otro vendedor Erika comentó, “yo he tenido clientes de todas partes, hay unos que son fijos desde que estoy acá, otros que son extranjeros y se quedan hablando mientras tanto. Me acuerdo mucho de una colombiana que vive en Australia, cada vez que viene me visita y me hace la compra”.
Así sostienen sus hogares los que trabajan en la Quinta
Vendiendo jugos, en un puesto pequeño, con canasto guindados
llenos de maracuyá, níspero, zapote, mango, naranjas, entre otras frutas. Erika
mantiene su hogar, un niño de siete años que está en el colegio y demanda mucho
de ella como también de dinero para
poder cubrir todas las necesidades o situaciones que se presenten, por esto,
desde temprano, a las 7 a.m. que deja a su hijo estudiando hasta las 6 p.m.,
cuando haya vendido casi todo o todo, termina su día dedicándoselo a su
niño.
El problema de la Quinta y sus vendedores ambulantes, es un
tema de mucha controversia en Santa Marta, pues se intenta recuperar el centro
histórico de la ciudad y muchos piensan que acabar con estos negocios es lo más
importante para el famoso “plan centro”. La carrera una es de las más
importantes, desde siempre se ha caracterizado por el comercio de todo tipo,
comida, ropa, droguerías y otros más.
“Acá tenemos mucho tiempo, mi amiga tenía unos 10 años, y
fue heredado de su mamá cundo ya no pudo trabajar más. La policía a veces nos
pone problemas por unas cositas, pero nosotros somos legales y tenemos todos
los permisos y los requisitos que nos piden”, aseguró Martínez.
Su negocio es legal como su mercancía
“María, cuídame acá pa’ responderle una pregunticas a las
jóvenes”, grito Yeisón a su hermana, vestido de jeans cortos y franela dedico
minutos valiosos de su tiempo para contarme como es su historia de trabajo.
Desde hace 7 años Yeisón heredó el negocio de su mamá, hoy
en día le da lo suficiente para vivir bien con su esposa y pagar sus estudios
de comunicación social y periodismo en la Corporación Unificada Nacional de
Educación Superior, la CUN.
“Mi mamá me crió acá, todos los días venía con ella a
trabajar, ya me conozco muy bien el negocio y a toda la gente. A mi me gusta lo
que hago y lo disfruto, me parece que eso es lo más importante y por eso
gracias a Dios me ha ido muy bien”, afirmó Borrey.

Su negocio, grande para ser una carretilla, está repleto de
gorras con todos los motivos y de todos los colores, debajo de estas, tapado
con un plástico guarda las películas y cd de canciones de última
temporada.
“Yo trabajo desde
tempranito hasta las 6 de la tarde para irme a estudiar luego, ya voy en
séptimo semestre, gracias a Dios puedo hacer mi horario y todos los he metido de
noche porque si no, no podría trabajar. Toda mi mercancía es legal, así como mi
negocio y tengo todos los papeles al día. Vendo gorras, películas y dependiendo
la época del año lo que se necesite, también tengo mis clientes fijos que les
distribuyo y en vacaciones me hago mi buena plática”, aseguró Yeisón Borrey.
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