Cinco estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Sergio Arboleda emprenden una marcha por el Centro Histórico de la Perla Mágica del Caribe.
Por: Shayre Mayorga
Eran las 8:10 a.m. y el sol estaba en su mayor resplandor;
el profesor de taller nos dijo a unos cuantos alumnos que debíamos realizar un
reportaje en el que describiéramos las calles del Centro de la bella ciudad de
Santa Marta.
Un robo no cometido
Así yo junto con cinco compañeros más nos dispusimos a
emprender nuestro camino. Al momento de salir de la universidad, un hombre de
contextura gruesa, bajo, gordo, calvo y de gran edad le arrebata a una de mis compañeras
su celular pero al mismo tiempo se le cae no logrando su cometido de robarla.
Todos quedamos en shock, reflejábamos miedo y angustia puesto que vimos la
inseguridad tan grande a la que estamos expuestos.
Luego de ese tormentoso suceso, seguimos nuestro camino para
llegar a nuestro destino. Ya estando allí, pudimos observar la gran Catedral,
el antiguo teatro que se está en construcción, los grandes establecimientos que
ahí se encuentran, la mayoría de estos son almacenes de ropa o de calzado como STC,
Quest, Bata, Calzado Fantasía, Mystic, entre otros. Además de esto, también
están pequeños puestos de personas que están ahí a la orden del día para
quienes pasen buscando ya sea forros para celulares, relojes, accesorios,
camisas, gorras o cualquier otra cosa.
Esta gente de bajos recursos madrugan cada día para atender
a sus clientes. El promedio de clientes por día que tuvieron en época de
carnaval fue muy bueno y aunque haya
baja clientela siempre conservan el buen carisma que debe tener un vendedor.
Un sueño cumplido
Seguimos caminando y nos encontramos con un almacén de ropa muy hermosa llamado
Konestilo que por cierto se encuentra con descuentos de hasta el setenta por
ciento, éste me llamó mucho la atención así que decidí entrar.
La dueña del establecimiento llamada Andrea es una mujer de
aproximadamente cuarenta años, y digo aproximadamente puesto que no me quiso
decir su edad exacta. Ella, de piel blanca, un rostro poco arrugado y cabello
negro me relató acerca de su historia y cómo llego a ser trabajadora de ese
lugar.
“Desde siempre me ha gustado el mundo de la moda, de hecho
fue gracias a mi madre puesto que ella era quien tejía para los vecinos. Ella
me enseñó a tejer a mano y luego gracias a una vecina pude coser con máquina.
Al principio fue muy complicado pero después le cogí el tiro. Luego de esto, trabajé en un pequeño almacén en el que
vendían trajes de bodas. Esto para mí fue algo muy maravilloso. Los rostros de
las mujeres al comprar sus vestidos eran incomparables, una sonrisa destellaba
al ver sus vestidos, sus ojos se dilataban, era una sensación que solo ellas
podían sentir.
Esa fue una de las etapas más hermosas que viví, pero para
mí el sueño más grande era poder tener mi propio establecimiento así que le
pedí ayuda a una amiga para que me ayudara y así juntas logramos salir adelante
con el negocio; al principio no fue fácil pero lo logramos y aquí estamos.”
Pude observar el espíritu de emprendimiento que tiene esta
mujer por lo que quedé admirada. No muchos poseen este deseo de salir adelante
como lo tenía ella.
Ya siendo alrededor de las 8:50 a.m. mis compañeros y yo
decidimos regresar para empezar a redactar. Antes de esto estuvimos envueltos
en una pelea en “la calle de los jugos”
donde los vendedores discutían para atendernos pero ninguno estuvo
interesado en comprar así que nos fuimos.
Más adelante les dije a mis colegas que debíamos parar y
tomar una gaseosa y así fue. Mientras sonaba una canción del Binomio de Oro,
tomábamos una deliciosa Coca- Cola y charlábamos acerca de los parciales. Fue
muy entretenido todo hasta que tropecé con una bicicleta y unas cuantas
carcajadas saltaron sobre mí.
Después de toda esta travesía debíamos llegar
temprano a redactar por lo que emprendimos camino entre chistes y anécdotas que
hacían el camino más ameno.
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