"Si has nacido sin alas no hagas nada para que impidas que crezcan’’ – Coco Chanel.
Por: Vanessa Redondo
Eran los comienzos del año 1971, la delgada y menuda mujer
se encontraba debilitada por la artrosis y el degeneramiento físico que
empezaba a manifestarse en su cuerpo por la adicción a la morfina que la
acompañaba desde su juventud, sin embargo ni las enfermedades, sus penurias, la
soledad en su habitación de hotel y sus
87 años eran una excusa para detener la confección de la próxima colección de
moda que debía lanzarse en primavera.
Gabrielle Bonheur Chanel nació una calurosa tarde de agosto
de 1883, en un hospicio pobre en Saumur, región oriental de los países del
Loira en Francia, hija de la lavandera Jeanne Devolle y el comerciante Albert
Chanel.
Nadie nunca imaginó que aquella niña de tan humilde origen
algún día sería un ícono de la moda mundial, que se relacionaría en un círculo
de fortuna, joyas y lujos, mucho menos que se convertiría en la mujer que
tendría el talento necesario para crear luz en el medio de un escenario tan
oscuro y ruin como la guerra.
Independiente
Su vida transcurría de un pueblo a otro, acompañando a su
padre y a sus hermanos a vender textiles para comunidades pequeñas asentadas en
los pueblos de la viña francesa, hasta que llegados sus 12 años tuvo que
enfrentar la muerte de su madre.
La muerte de su progenitora significó la llegada de un
cambio radical en su vida, ya que su padre, con 33 años y cinco hijos por los
que responsabilizarse optó por enviar a sus dos hijos varones, Alphonse y
Lucien a trabajar en la casa de una próspera familia dedicada a la agricultura,
y a sus tres hijas al orfanato del convento de Aubazine dirigido por monjas
católicas.
La vida en el convento era regida por los principios de
disciplina, obediencia y oración. Aquí, esta niña que empezaba a convertirse en
una señorita perfeccionista, reservada y orgullosa aprendió lo que serían sus
primeros comienzos en el mundo de la confección, las monjas le enseñaron a
coser, bordar y planchar.
Es en esta institución donde empezaría a germinarse un
aparente antisemitismo, sembrado por las religiosas, que bajo sus conceptos
radicales cristianos promulgaban la culpabilidad de la comunidad judía en el
asesinato de Jesucristo e impulsaban la condena social hacia este agregado
cultural.
Cuando cumplió 20 años se mudó a una pensión reservada para
niñas católicas en la ciudad en Moulins,
el cambio no fue muy significativo para ella, porque aunque lejos de las
directrices y el acompañamiento de sus hermanas, siempre se había caracterizado
por ser una joven activa, trabajadora y con una clara resolución personal de
valerse por sí misma, factor que podría ser determinante para la construcción
del carácter perfeccionista, directo y hasta oportunista que luego serían las
herramientas con las que construirían su
imperio.
De Gabrielle a Coco
Con un reciente adquirido puesto de costurera en la ciudad,
y el sueño frustrado de ser cantante, Gabrielle se conoció con Etienne Balsán, un ex oficial de caballería y
rico heredero de una familia dedicada al negocio textil, con el que tendría un
romance de cuatro años.
Juntos se mudaron a un castillo de la propiedad de
Balsán cerca de Compiègne, una zona destacada por su bosque de senderos
ecuestres y la vida de caza y polo, las fiestas y la solvencia
económica de su amante, le permitieron a Gabrielle dedicarse a su carácter
social en celebraciones de alto
prestigio.
Decidida a dejar atrás su origen pobre, buscando crearse un nombre
significativo en su nuevo círculo social, decidió apropiarse del apodo con el
que algunos de sus pocos amigos solían llamarla: ‘’Coco’’ que al parecer había
surgido a partir de una canción que solía interpretar con mucho ahínco durante
sus presentaciones musicales en un cabaret para militares cuando deseaba
convertirse en cantante.
A pesar de haber sido Etienne la persona que la llevó a
conocer un mundo que se le había sido negada en su infancia, Coco se involucró
sentimentalmente con Arthur Edward Capel uno de los amigos de su amante, con el
que decidió partir hacia París y empezar a relacionarse con la alta clase
inglesa de la que era parte su nuevo amor.
El amor de su vida
Capel significó mucho más que una nueva relación para Coco,
además de los profundos sentimientos que le inspiraba a la costurera, fue la
primera persona que reconoció su talento y le financió las primeras tiendas, y aparentemente
sirvió de inspiración para el diseño de la botella de la popular fragancia
‘Chanel No.5’ que posteriormente lanzaría la joven, de la que se cree que
adoptó las líneas rectangulares biseladas de las botellas de tocador Charvet
que llevaba Capel en su caja de viaje.
El romance con Arthur duró once años, sobrevivió a las
constantes infidelidades por parte de él, a su matrimonio con una aristócrata
joven inglesa y a las barreras sociales que los separaban. Capel murió en un
accidente automovilístico, Coco abatida por el dolor y el luto que marcaría
para siempre su vida, en una entrevista dada muchos años después, afirmó luego
de rememorar la muerte de su amante que «Su muerte fue un golpe terrible
para mí. Al perder a Capel, lo perdí todo. Tengo que decir que lo que siguió no
fue una vida de felicidad».
Impulsada por el dolor y su necesidad de sentirse activa y
útil después de la muerte de su amor,
comenzó a utilizar prendas negras en señal de luto y al poco
tiempo, diseñó el denominado «pequeño vestido negro», que se presentó en 1926,
el cual fue inmediatamente un éxito, disponible sólo en ese color, y ha sido el
epítome de la elegancia sencilla desde entonces.
Su éxito
El vestido negro que tenía una significación negativa en la
vida personal de la diseñadora, resultó ser la apertura para ingresar en el
inexplorado mundo de la moda innovadora, hasta entonces el color negro había
sido reservado sólo para la monarquía, y fue su irreverencia la que empezó a
llamar la atención del mundo.
Coco distinguió con su sencillez y practicidad, cuando el
mundo estaba en tiempos de guerra, y el bando al que pertenecía dictaba tu
sobrevivencia, esta mujer empezó a cambiar la forma en la que la sociedad se
mostraba.
Atrás quedaron los corsés y los vestidos opulentos, las camisas
estilo marinero, la inclusión de detalles étnicos en el diseño y la comodidad y
elegancia que caracterizaba a los más sencillos modelos fueron los ingredientes
perfectos para ir consolidándose como una mujer admirada y respetada que traía
en sus hombros el nacimiento de un Imperio de diseño que modificaría la forma
de ver el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario