El orgullo de un hombre que nunca se rindió ante su enemigo.
Por: Laudy Pérez
La Segunda Guerra Mundial es uno de los acontecimientos más
marcados en la historia de la República Federal de Alemania, debido al
conflicto militar que se detonó entre 1934 y 1945, en donde se vieron
involucrados muchos países y sobretodo las grandes potencias.
Este conflicto empieza
con la invasión alemana en Polonia, el primero de septiembre de 1939, llevado a
cabo como el primer paso de la Alemania nazi. El líder de este magno suceso fue
Adolf Hitler.
Según el libro ‘Las grandes entrevistas de la historia’,
Adolf Hitler era un dictador alemán nacido en Austria en 1889 e hijo de un
oficial de aduanas que cambió su apellido de Schicklegrüber a Hitler. Desde muy joven su ambición fue convertirse
en artista y arquitecto, pero sus deseos se vieron frustrados por fracasos
académicos.
El Führer de Alemania sufrió privaciones físicas y temporalmente la pérdida de la vista, como consecuencia de un ataque
británico con gas mostaza en 1918 durante la Primera Guerra Mundial. Hitler se
presentó en las filas militares cuando estalló la guerra y prestó el servicio
durante cuatro años.
También alcanzó el grado de cabo y fue galardonado con La
Cruz de Hierro (primera clase). Desde siempre mostró su rechazo por los judíos
y los sindicalistas, a quienes culpó de
la caída de Alemania. A estos les tocó vivir El Holocausto de los nazi, que era
una técnica que utilizaban para acabar
con todo el pueblo judío.
En sus últimos días de guerra, contrajo matrimonio con Eva
Braun dentro de un búnker subterráneo y en la caída del ejército vencido por la
oposición rusa, éste al verse rodeado, decide junto a su esposa de quitarse la
vida. Luego, sus cuerpos fueron incinerados. Con el suicidio del gran dictador
alemán, la Segunda Guerra Mundial termina y significa a su vez, la rendición absoluta
de los alemanes.
El deber de Adolf Hitler
Después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra
Mundial el autoritario Alemán sintió la necesidad de salvar a su nación de la
calamidad que estaba viviendo. Su imagen política comenzó encontrando un empleo
como “oficial de educadores” o agente.
En la noche del 17 de
septiembre de 1919, el cabo se afilió al partido nacional socialista, y luego
se dedicó a hacerle propaganda al partido, convirtiéndose en político en
febrero de 1920, según el libro ‘La Segunda Guerra Mundial’.
Adolf Hitler realizó una campaña de salvación nacional,
donde destacó a los líderes originales del partido. En 1921 organizó las
primeras campañas de unidad milicianos. Aquí demostró que a pesar de la derrota
en la Primera Guerra Mundial, pudo levantar a Alemania y prepararla para una
nueva guerra en la cual quería ser el vencedor, pero para lograr todo esto
tenía que tener el mando completo de Alemania; algo que consiguió con el paso
del tiempo.
En abril de 1924 lo condenaron a cuatro años de cárcel, no
obstante, fueron reducidas a tres meses. Los meses que pasó en la fortaleza de
Landsberg, le bastaron para finalizar las líneas generadoras de su filosofía
política la cual tiene como nombre ‘Mi Lucha’. Esto lo afirma Winston S.
Churchill en su libro ‘La Segunda Guerra Mundial’.
El partido nazi

Hitler no luchaba contra Hindenburg, el cual fue un mariscal
de campo del imperio alemán y segundo presidente de la República de Weimar; sino
contra Bruening un político de Alemania y canciller de Alemania en 1933. Con
los cuales siempre estaba en controversia y peleando para alcanzar el poder.
En una entrevista realizada por George Sylvester Viereck al
dictador alemán, expresó porque se definía como nacional socialista: “Socialismo
es la ciencia que se ocupa del bien común, y el socialismo no es lo mismo que
el comunismo. El marxismo no es el socialismo. Exigimos que el Estado satisfaga
las justas reclamaciones de las clases productoras sobre la base de la sociedad
racial. Para nosotros Estado y raza son la misma cosa”.
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