Destacado siempre por sus innumerables aportes al
periodismo. Ryszard Kapuściński nos muestra el camino para llegar a ser grandes
personajes reconocidos en el maravilloso mundo del reportaje.
Por: Eva Oñate
Hombre con apariencia sencilla, ojos grisáceos con expresión
particular, mirada cambiante, casi camaleónica, así describe uno de sus
estudiantes de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano a Ryszard
Kapuściński, hombre considerado uno de los grandes reporteros del mundo.
Nació en Pinks, Polonia en 1932, se graduó a los 19 años de
edad de historiador en la Universidad de Varsovia, más de 20 años trabajó como
corresponsal de la Agencia Polaca de Prensa, colaboró con los diarios The New
York Times y la revista Time.
Carrera y reconocimientos
Su prosa era una de mezcla de géneros que iban desde formas
tradicionales hasta ensayos que envolvían al lector por su peculiar y mágica
manera de escribir, una de las razones
por las que siempre sobresalió en el mundo del periodismo, fue honrado con
diferentes menciones como, el Premio
Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, por su preocupación por
los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de
todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cracovia, Universidad de Gdansk y Universidad de Silesia en
Katowice, Premio Letterario Elsa Morante, Miembro de la Academia Europea de Ciencias y
Artes y entre otros merecidos premios.
Obras
Este hombre reconocido como el mejor periodista polaco del
siglo xx, dedicó su vida entera a su profesión, estuvo en las zonas más
conflictivas del planeta como corresponsal en más de 17 guerras, fue un viajero
incansable. Escribió más de 20 libros, en los que -dicen los críticos- ha
elevado el periodismo y la crónica al nivel de la literatura, entre los más
reconocidos están "El Ébano", una colección de historias cortas que retratan
África a través de sus guerras civiles, "El Emperador", sobre la vida el
emperador Haile Selassie, de Etiopía, "El
Sha", acerca de la época del Shah Mohamed Reza Pahlevi de Irán, "La guerra del fútbol", en el que habla sobre
diversos conflictos africanos y latinoamericanos, el reportaje que da título al
libro narra la guerra entre Honduras y El Salvador, "Los cínicos no sirven para este
oficio", basado en entrevistas y conversaciones moderadas por Maria Nadotti
y "Los cinco sentidos del periodista", que recoge principios básicos de
periodismo, con base en los talleres que impartió en la Fundación
Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Otras curiosidades
Un personaje de admirar, espléndido escritor y periodista,
sin embargo siempre fue caracterizado por su sencillez, humildad y amabilidad
que parecían hacerlo brillar donde llegaba, sus pequeños pies llamaban la atención porque como
dice en su libro ‘Los cinco sentidos del periodista’ quien imaginaría que un
hombre cuya vida transcurrió en su mayor parte caminando el mundo tuviera unos
pies tan pequeños.
En sus libros repartía su conocimiento, hablaba de toda
clase de temas en especial de periodismo, como en el libro ‘Los cínicos no
sirven para este oficio’ “en nuestro oficio hay que tener algunos elementos
específicos muy importantes, uno de ellos es una cierta disposición a aceptar
el sacrificio de una parte de nosotros mismos. Esta profesión es muy exigente.
Todas lo son, pero la nuestra de manera particular. El motivo es que nosotros
convivimos con ella 24 horas día. No podemos cerrar nuestra oficina a las 4 de
la tarde y ocuparnos de otras actividades. Éste es un trabajo que ocupa toda
nuestra vida, no hay otro modo de ejercitarlo. O, al menos, de hacerlo de un
modo perfecto".
Describe el periodismo como una profesión de esfuerzos,
porque como él expresa en otro párrafo, “al empezar no da muchos frutos. De
hecho, casi todos los periodistas principiantes son gente pobre y durante
muchos años no gozan de una situación económica muy boyante, se sube el nivel
sólo con la edad y se requiere tiempo. Tened paciencia y trabajad. Nuestros
lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, que reconocen
enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a
asociarla con nuestro nombre. Ese es el momento en el que se convierte entonces
en un periodista estable. No será nuestro director el que lo decida, sino
nuestros lectores”.
Escritos como estos dirigidos a sus colegas y periodistas
principiantes fueron característicos de Kapuściński, ellos te guían, te
enseñan, te hacen conocer y amar como él esta profesión, pero también lamentar
la pérdida de tan admirable periodista, el cual falleció en el año 2007 a sus
75 años de edad a causa de una grave enfermedad por la cual tuvieron que
someterlo a operaciones en distintas ocasiones, acabando con la vida de esta
gran figura del periodismo.
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