Son nueve días de fe y veneración, donde el altar de la Virgen es
un despliegue de creatividad con pomposos arreglos que cuestan hasta siete
millones de pesos por noche, ofrecidos por diferentes familias en agradecimiento
a situaciones socorridas.
Por: Juan de la Ossa
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| Arreglos a la Vírgen |
Hablar del patrimonio histórico de San Luis de Sincé, es desbordar el alma para plasmar a la Niña María del Socorro. Ella representa el sentimiento, el fervor, la gratitud, la devoción, la protección que se hace alabanza en nuestras vidas.
Desde su fundación, San Luis de Sincé ha estado encomendado al
nombre de la Virgen María, que se conocía como Santa María de Sincé. No se sabe
con certeza cuando se fundó la parroquia de este próspero municipio del Caribe
colombiano, se conoce que pertenecía a la parroquia de San Benito Abad de la Villa,
y que en 1773 dos años antes de trasladar y organizar la población al sitio que
hoy ocupa, atendía a la feligresía el sacerdote español Juan Cayetano
Sandobete.
Existía un templo de
palma que consumieron las llamas en un voraz incendio la noche del 13 de Marzo
de 1889, y con ellas el archivo parroquial, más tarde el párroco Gabriel Garrido
llevó a cabo la construcción del actual templo. Existe una leyenda trasmitida
oralmente, que cuenta que a finales de 1779 la Virgen María salvó a su pueblo
de caer en manos de unos forajidos llamados Los Colorados, que causaban desolación
por donde pasaban. La vida religiosa de la comunidad, como la de todos los
pueblos, siempre ha estado en común unión con lo profano y lo divino.
Siendo este un pueblo ganadero y agricultor, los nativos hemos
honrado a la Virgen colocando a sus pies el corazón agradecido reconociendo su
maternal protección.
Es así como a partir del 30 de Agosto, día de Santa Rosa, se
inicia el novenario de la gran fiesta de la Natividad de María. Este día en
particular hace muchos años a partir de las tres de la madrugada se iniciaba el
desfile de guaduas y bejucos para hacer la corraleja que también serviría de
escenario para venerarla el día de su natividad ofreciéndole los mejores
ejemplares.
Acompañados del
repiquetear de las campanas, voladores y recámaras, salía a las 12 del medio
día el primer toro, este se jugaba en su nombre mientras el mantero se le
enfrentaba al unísono que una madre oraba arrodillada frente a su altar con una
vela encendida implorando protección para su hijo. Esa estampa fue motivo de
inspiración, para que Juan Severiche, un compositor local, creara para los
sinceanos; “patrona de mi pueblo” el estribillo del porro que se ha convertido
en el abre bocas que anuncia y anima la fiestas del socorro.
Adicionalmente se le ofrecían paquetes de velas
para recibirla a las 4 p.m., cuando se suspendía la corrida para dar inicio a
los actos religiosos y a la procesión. Esta
tradición duró hasta que Monseñor Umaña de Cartagena, estuvo para una
celebración y se negó a acompañar a la imagen en su recorrido alegando que él
no era toro para entrar a la corraleja poniendo fin a esta mezcla
profano-religiosa determinando que la fiesta popular se realizaría pasado unos
días de la fiesta religiosa tal como se viene celebrando en la actualidad.
Tradición viva
De la misma manera en
que el amor de María, intercediera para que se desbordara aquella vez el
Raicero, y Los Colorados no pasaran a destruir a Sincé, hoy en cada fiesta patronal
el caudal de ese mismo amor trasmitido por la fe, hacen de los hijos Cristiano-
Católicos del municipio, que donde quiera que se encuentren se convocan en alma
y espíritu , mente y corazón para honrar a la madre por la protección, con manifestaciones
de agradecimiento que van desde los arreglos pomposos de hasta cinco millones
de pesos por noche durante el novenario, hasta las que permanecen en silencio, por
situaciones en la que los ha socorrido en los momentos difíciles de sus vida.
Es por eso que todo ocho
de septiembre, o ‘día del Socorro’ como comúnmente lo llaman los feligreses, al
finalizar las novenas quienes saben de su auxilio llegan en romería a ofrendar
toda la gratitud, es el día en que tal vez muchos sinceanos tienen la
oportunidad de estrenar la muda de ropa completa, así se llegue a casa con los
zapatos en las manos y peladuras en los pies pero con la satisfacción de haber
cumplido su cita de cumpleaños luego de nueve días de fe, veneración absoluta donde
su altar es un despliegue de creatividad y allí postrados ante ella, el pueblo
se dispone a percibir sus gracias, aromas y bendiciones.


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