María Antonieta: entre
la inocencia y la ignorancia
Por: Ana Arias

Fue esto precisamente lo que aconteció a una de las
reinas más admiradas y a la vez repudiadas de Francia, la inocencia se le
convirtió en ignorancia, avaricia y a la vez el motivo de su fin en la
guillotina.
María Antonieta Josefa Ana de Austrias, a los 12 años ya tenía conocimiento de que en poco tiempo seria la nueva reina de Francia, como toda niña el concepto de reina la trasladaba a la idea de felicidad eterna, de perfección y felices por siempre, idea que la madre María Teresa emperadora de Austrias alimentaba, educándola en un mundo plástico, en el que la belleza exterior y los ostentosos peinados iban primero que la educación y todo lo relacionado con formarse como una reina de verdad, su madre y su complaciente padre fueron los primeros en convertir a María Antonieta en una exhibición, un maniquí hermosamente adornado pero vacío.
Se forma una reina
Estos se hicieron más evidentes cuando sus padres al
saber que en dos años contraería matrimonio con el Delfín de Francia y futuro
rey Luis XVI , comenzaron a prepararla para tal acontecimiento, contratando a
dos expertos, el primero era un eclesiástico que según su padre debía formarla
en valores religiosos y como mujer esposa y el segundo un peluquero encargado
de mantener a Antonieta impecable y envidiable, pero sobre todos con tocados
altos y voluminosos en su cabeza para mostrar elegancia, presencia y autoridad.
La Joven austriaca con solo 14 años se convierte en la primera mujer del país Parisino frente a lo que no tenía ni el más mínimo sentido de conciencia, por ello al poner el primer pie en el palacio de Versalles, al sentir todas aquellas miradas que minuciosamente la reparaban y juzgaban se creyó admirada y adorada demasiado rápido, algo que no era falso, pues sus despampanante belleza y porte llamo la atención no solo de su nueva familia, sino de todo el pueblo de París, luego de esto se afirma que María Antonieta se convirtió en un icono de la moda, las mujeres del palacio y el país querían vestir como ella, peinarse como ella , lucir siempre perfecta como solía verse.
Inicialmente todo parecía colorido y entretenido para
esta niña acostumbrada al lujo y satisfacer sus placeres, el nuevo palacio, los
sirvientes y la atención que recibía como nueva reina la sumergieron en un
éxtasis de felicidad que la hacían ver en segundo plano su deber por consumar
el matrimonio, lo cual solo fue posible siete años después y no de manera
exitosa, pues el régimen en el que gobernaba le exigía traer al mundo un
primogénito varón, lo cual no pudo lograr con éxito pues dio a luz dos niñas.
El peso de la realidad
Al pasar el tiempo María Antonieta, comenzó a sentir el peso de las responsabilidades y todo aquello que el pueblo esperaba de ella, ya se le hacía aburrido estar a solas con su esposo quien según ella no la deseaba, le era insoportable caminar por los pasillos escuchando entre murmullos que no podía tener un hijo varón, le era aburrido asistir a las misas, las cenas protocolarias y reuniones políticas, la falsa madurez a la que había sido sumergida, la empujaron con mayor fuerza a caer en ese mundo de derroche y despilfarro que la llevo a convertirse en el tema principal de la prensa Parisina.
Comenzó entonces esta niña reina a buscar maneras de
escapar de esa realidad, se volvió popular por las grandes fiestas de disfraces
que organizaba , banquetes de dulces y comida de la más alta cocina, sus
salidas y encuentros furtivos con varios amantes, para satisfacer el vacío
entre ella y su esposo, todo ese afán por recuperar facilidad de sonreír de la
que solo los niños gozan , lo que poco a poco iba terminando de tachar su
imagen, ya no era la hermosa Marian Antonieta, la bella infanta que se volvió
reina de Francia , ahora era la egoísta, despilfarradora, inconsciente e infiel
Austriaca.
Mientras Francia moría de hambre y los enfrentamientos
entre la guardia real y los ciudadanos desangraba al pueblo, la Burguesía se
bañaba en lujos, fiestas y dinero, se guardaban entre los enormes muros del
palacio y a puertas cerradas malgastaba los recursos por los que trabajaban los
parisinos y María Antonieta se convirtió en la encarnación de todas esas
injusticias del gobierno, fue el maniquí
en el que se exhibían las peores vergüenzas de todo un reinado, fue la carnada
más visible del anzuelo, sus actos fueron la gota que derramo el vaso, una de
las ofensas más grandes para un país hambriento no solo de pan sino de
revolución.
Cuando la caída de la monarquía llegó María Antonieta,
aun no comprendía la gravedad de los cambios por los que pasaba Francia, aun guardaba esa inocencia pero a la
vez ignorancia, que solo la hizo acatar las órdenes de los guardas que la
ayudarían a escapar, lo que aumentó el descontento entre los revolucionarios,
quienes la capturaron y pidieron que fuera ejecutada.
De este momento crucial
para la historia, el artista Louis David Jacques realiza un triste retrato a
lápiz, en el que dibuja a la reina francesa completamente despojada de toda
hermosura, sentada en el patíbulo, con una expresión de tal cansancio y
desesperanza que acentuaba su labio inferior caído que tanto odiaban los
parisinos.

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