lunes, 7 de abril de 2014

La reina niña

María Antonieta: entre la inocencia y la ignorancia

Por: Ana Arias 

La niñez es una de las etapas primordiales del crecimiento físico y mental, en ella formamos el carácter y la personalidad, por eso cuando ese lapsus  cumbre en la existencia  es turbado y manchado con las penurias de la vida adulta, aquel ser inocente se vuelve frívolo, vacío, voluble pero sobre todo infeliz.

Fue esto precisamente lo que aconteció a una de las reinas más admiradas y a la vez repudiadas de Francia, la inocencia se le convirtió en ignorancia, avaricia y a la vez el motivo de su fin en la guillotina.




María Antonieta Josefa Ana de Austrias, a los 12 años ya tenía conocimiento de que en poco tiempo seria la nueva reina de Francia, como toda niña el concepto de reina la trasladaba a la idea de felicidad eterna, de perfección y felices por siempre, idea que la madre María Teresa emperadora de Austrias alimentaba, educándola en un mundo plástico, en el que la belleza exterior y los ostentosos peinados iban primero que la educación y todo lo relacionado con formarse como una reina de verdad, su madre y su complaciente padre fueron los primeros en convertir a
  María Antonieta en una exhibición, un maniquí hermosamente adornado pero vacío.

Se forma una reina

Estos se hicieron más evidentes cuando sus padres al saber que en dos años contraería matrimonio con el Delfín de Francia y futuro rey Luis XVI , comenzaron a prepararla para tal acontecimiento, contratando a dos expertos, el primero era un eclesiástico que según su padre debía formarla en valores religiosos y como mujer esposa y el segundo un peluquero encargado de mantener a Antonieta impecable y envidiable, pero sobre todos con tocados altos y voluminosos en su cabeza para mostrar elegancia, presencia y autoridad. 

La Joven austriaca con solo 14 años se convierte en la primera mujer del país Parisino frente a lo que no tenía ni el más mínimo sentido de conciencia, por ello al poner el primer pie en el palacio de Versalles, al sentir todas aquellas miradas que minuciosamente la reparaban y juzgaban se creyó admirada y adorada demasiado rápido, algo que no era falso, pues sus 
despampanante
 belleza y porte llamo la atención no solo de su nueva familia, sino de todo el pueblo de París, luego de esto se afirma que María Antonieta se convirtió en un icono de la moda, las mujeres del palacio y el país querían vestir como ella, peinarse como ella , lucir siempre perfecta como solía verse.

Inicialmente todo parecía colorido y entretenido para esta niña acostumbrada al lujo y satisfacer sus placeres, el nuevo palacio, los sirvientes y la atención que recibía como nueva reina la sumergieron en un éxtasis de felicidad que la hacían ver en segundo plano su deber por consumar el matrimonio, lo cual solo fue posible siete años después y no de manera exitosa, pues el régimen en el que gobernaba le exigía traer al mundo un primogénito varón, lo cual no pudo lograr con éxito pues dio a luz dos niñas.

El peso de la realidad


Al pasar el tiempo María Antonieta, comenzó a sentir el peso de las responsabilidades y todo aquello que el pueblo esperaba de ella,  ya se le hacía aburrido estar a solas con su esposo quien según ella no la deseaba, le era insoportable caminar por los pasillos escuchando entre murmullos que no podía tener un hijo varón, le era aburrido asistir a las misas, las cenas protocolarias y reuniones políticas, la falsa madurez a la que había sido sumergida,  la empujaron con mayor fuerza a caer en ese mundo de derroche y despilfarro que la llevo a convertirse en el tema principal de la prensa Parisina.

Comenzó entonces esta niña reina a buscar maneras de escapar de esa realidad, se volvió popular por las grandes fiestas de disfraces que organizaba , banquetes de dulces y comida de la más alta cocina, sus salidas y encuentros furtivos con varios amantes, para satisfacer el vacío entre ella y su esposo, todo ese afán por recuperar facilidad de sonreír de la que solo los niños gozan , lo que poco a poco iba terminando de tachar su imagen, ya no era la hermosa Marian Antonieta, la bella infanta que se volvió reina de Francia , ahora era la egoísta, despilfarradora, inconsciente e infiel Austriaca.

Mientras Francia moría de hambre y los enfrentamientos entre la guardia real y los ciudadanos desangraba al pueblo, la Burguesía se bañaba en lujos, fiestas y dinero, se guardaban entre los enormes muros del palacio y a puertas cerradas malgastaba los recursos por los que trabajaban los parisinos y María Antonieta se convirtió en la encarnación de todas esas injusticias del gobierno, fue el  maniquí en el que se exhibían las peores vergüenzas de todo un reinado, fue la carnada más visible del anzuelo, sus actos fueron la gota que derramo el vaso, una de las ofensas más grandes para un país hambriento no solo de pan sino de revolución.

Cuando la caída de la monarquía llegó María Antonieta, aun no comprendía la gravedad de los cambios por los que pasaba  Francia, aun guardaba esa inocencia pero a la vez ignorancia, que solo la hizo acatar las órdenes de los guardas que la ayudarían a escapar, lo que aumentó el descontento entre los revolucionarios, quienes la capturaron y pidieron que fuera ejecutada.

De este momento crucial para la historia, el artista Louis David Jacques realiza un triste retrato a lápiz, en el que dibuja a la reina francesa completamente despojada de toda hermosura, sentada en el patíbulo, con una expresión de tal cansancio y desesperanza que acentuaba su labio inferior caído que tanto odiaban los parisinos.

En un comienzo amada, admirada para luego ser odiada y repudiada, es el resumen de la vida de una niña Austriaca, quien pasa de ser una infanta  mimada a convertirse en una adulta vacía, colocada  al mando de un país sumergido en un conflicto tan enorme, que ni las clases con el eclesiástico, los grandes tocados, ni las enormes cantidades de dinero entre las que vivía la ayudaron a comprender la realidad que cobro su vida  de la manera más cruel y efímera.

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