Los estados de pobreza como de miseria que registra la ciudad de Santa Marta, se pretenden disminuir mediante la decisión política del alcalde Caicedo y su equipo de trabajo, evaluando así el diseño de una estrategia planteada en el plan de desarrollo 2012-2015.
Por: Margarilis Henriquez
De acuerdo con las cifras publicadas recientemente por el
DANE, en todo el país se observa durante la última década una tendencia hacia
la disminución de la incidencia de la pobreza extrema. En 2013 el 34,1% de los
colombianos vivían en condiciones decadentes, mientras que en 2002 dicho
porcentaje era del 49,7%. Por su parte, la pobreza extrema se redujo en el
mismo período de 17,7% al 10,6%, con lo cual alrededor de 3,5 millones de
personas dejaron esta condición.
En el Magdalena 697 mil 802 personas vivían con ingresos
mensuales inferiores a 187.063 pesos, que es el valor de la línea de pobreza
para ese año (DANE, 2010). Para el período 2010 – 2011, la pobreza en Santa
Marta se redujo de 40,20% a 38,33%, lo cual equivale a decir que 5.730 personas
dejaron de ser pobres en dicho año.
Se considera que una persona vive en pobreza extrema cuando
no tiene ingresos suficientes para adquirir una canasta de alimentos, para
Colombia este umbral de ingresos se estimó en 83.578 pesos mensuales para 2010.
De acuerdo con este parámetro el 23,5% de la población del Magdalena vivía en
pobreza extrema, lo cual equivale a 282.557 habitantes. Entre los años 2010–2013,
la pobreza extrema en Santa Marta disminuyó de 8,53% a 7,9%, con lo cual
aproximadamente 2.300 personas dejaron de ser pobres extremos en dicho período.
Según el DANE, el indicador de Necesidades Básicas
Insatisfechas (NBI) del Distrito de Santa Marta presentó una disminución
durante el período de 1993 a 2005 al pasar de 34,8% a 29,0%.Para el Caribe
Colombiano, el índice de pobreza por NBI la ciudad se ubica en el 29,03%, el
tercero más bajo después de Cartagena (26%) y Barranquilla (18%).
Por otra parte, el déficit cualitativo en la ciudad de Santa
Marta es de 30,48%, es decir, uno de cada dos samarios viven en viviendas
fabricadas con materiales de construcción inadecuados y/o que carecen de
servicios públicos domiciliarios y/o viven en hacinamiento.
Santa Marta muestra una serie de indicadores que revelan
objetivamente un rezago en términos de desarrollo social y bienestar. Una
tercera parte de su población mantiene insatisfecha sus necesidades básicas
(agua potable, alcantarillado), vivienda digna y accesos a servicios sociales
(salud, educación, nutrición), lo que ha perpetuado la marginalidad, la
informalidad y la pobreza en vastos sectores de la ciudad, donde los niños son
los más afectados enfrentándose así a una ciudad sin opciones para el disfrute
y el desarrollo de sus capacidades.
Esta ciudad, empieza a sacudirse de un período de reflujo
económico. En los últimos años, las condiciones socioeconómicas se deterioraron
y aquellos que dirigían el destino del departamento no actuaron en consecuencia, lo que significó
una debilidad cada vez más evidente para superar la crisis a las que ha tenido
que enfrentarse (desplome económico, crisis de la agricultura por efectos del
proceso aperturista, escalamiento de la violencia e inseguridad).
No obstante, otros estudios hechos por la MESEP (Misión para
el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad) informan que más del
51% de la población se encuentra en situación de pobreza (unas 233 mil
personas). Esta población no participa de las oportunidades de desarrollo que
se generan en el territorio urbano. De acuerdo con el DANE, la población en
miseria en Santa Marta representa el 10,5% de la población, lo que equivale a
unas 47.749 personas.
Los problemas más notorios siguen siendo los bajos niveles
de calidad de vida, deficientes servicios públicos y sociales, una deprimente
calidad educativa, que reflejan la ignorancia y la marginalidad de la gente, desempleo,
informalidad, desaprovechamiento de las potencialidades económicas, falta de
espacios para el deporte y la recreación, continuo malestar ciudadano más que
todo en cuanto lo económico, conllevando a una política corrupta donde se
compran conciencias.
Ante este panorama nada agradable, el alcalde Carlos Caicedo decide construir nuevas
estrategias de desarrollo humano y de la lucha contra la pobreza, que permitan
construir nuevos espacios públicos en la ciudad ( especialmente para los niños
y niñas) en condiciones de pobreza, además que puedan acceder a los servicios
del Estado (educación, salud, deporte), a un empleo digno, a la recreación, a
la cultura, a una nutrición adecuada y a una planificación participativa que
permita una redistribución equitativa de la riqueza.
El Plan de Desarrollo que propone discutir y que sea aprobado por el Concejo
Distrital de Santa Marta, busca orientar el destino de la ciudad durante los
próximos años; con un plan sostenible
que respete la dignidad de la gente y la geografía del territorio. Con total
transparencia en la construcción de la gestión pública, ambiental y de
seguridad ciudadana. Sin embargo, la política debe estar al servicio del hombre
y no el hombre al servicio de la política.
De acuerdo a lo anterior
Santa Marta requiere una transformación verdadera, que no se quede en
planes y proyectos políticos como casi siempre ocurre, no se puede ser
conformistas y aceptar los paños de agua tibia que se vienen haciendo hasta
ahora en la ciudad, como por ejemplo, en vez de pavimentar nuevamente las calles,
colocan parches a los huecos que a los pocos días no sirven para nada.
No obstante, se espera que lo dicho anteriormente por el
alcalde, se haga una realidad para que los samarios puedan gozar de una Santa
Marta distinta en cuanto a la educación, la infraestructura y el turismo que
viene siendo el motor principal de este territorio.
La ciudadanía debe entender que hay que transformar las
costumbres en el hacer democrático y entender que la ciudad no da para más descuidos.
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