Por: María José Utria
A diario muchos de los ciudadanos de la capital del Magdalena luchan por abastecer sus hogares con el preciado líquido
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La comunidad improvisa para obtener el agua en sus hogares |
Hace aproximadamente seis meses, Santa Marta se encuentra en una crisis declarada de agua; pero no es algo nuevo para esta ciudad que desde hace mucho tiempo el servicio de agua potable es bastante crítico y son pocas las gestiones que se realizan para que la calidad de los suministros mejoren.
Producto de las mediocres soluciones que daban los dirigentes, los samarios decidieron tomar por su cuenta la forma de conseguir agua construyendo debajo de sus casas pozos y albercas para su uso y consumo sin importarle o sin el menor tratamiento que debe tener el agua al ser extraída del subsuelo, esto se ve reflejado en los diferentes sectores de la ciudad sin embargo en los sectores vulnerables es en donde se presentan mayor escasez del líquido.
Por otro lado, el comercio en la parte informal de la ciudad ha aumentado debido a que los comerciantes y propietarios de carro tanques han hecho uso de sus vehículos, aprovechándose además de facilidad que tienen de extraer, manejar, distribuir y transportar el líquido, dándole paso a una nueva forma en lo que los habitantes de esta ciudad se ganen el pan de cada día.
Esta escasez de agua ha formado un ciclo económico y mercantil entre los ciudadanos del común y los propietarios y conductores de los llamados carro tanques, los cuales llenan y despachan por diversos sectores de Santa Marta ofrecen cierta cantidad de dinero a cambio de unos cuantos metros cúbicos de agua, porque efectivamente se toman el trabajo de medir cuantos metros cúbicos de agua utilizan para llenar uno de estos carros y luego de esto proceden a venderlo por baldes, tanques, albercas y demás dependiendo de la cantidad de agua varían los precios.
Otro caso en los que los ciudadanos se han aprovechado de esta escasez son quienes construyen o poseen albercas en sus casas de una amplia capacidad para contener grandes cantidades de agua, las cuales son utilizadas de una manera mercantil por sus propietarios, cobrando un costo bastante exagerado por llenar las albercas y pozos de sus vecinos del sector.
Uno de los sectores mayormente afectados por esta crisis de agua es el barrio Pescaito, que si bien es uno de los más antiguos y populares de esta ciudad, es uno de los más vulnerables en cuanto el abastecimiento y distribución del agua potable.
Los habitantes de este popular barrio han clasificado esta escasez de agua en tres “regímenes” que según ellos es la medida que incrementan para la distribución del agua entre los vecinos y residentes aledaños del sector. El primer régimen es el que ellos denominan ‘’ regalado’’ en el cual se aprecia la mayor muestra de solidaridad y ayuda entre los vecinos y personas que residen en zonas altas donde el agua pocas veces llega.
Personas propietarias de 'carritos' improvisados creados con carretillas de frutas y con una tracción de bicicleta para facilitar su movilidad, estos individuos atraviesan todos los sectores del barrio al lado de su carrito regalándoles pimpinas de agua a personas que escasamente tienen el líquido con el que cocinan y se asean, esto lo hacen de manera gratuita y solo con la intención de ayudar a quienes poseen más dificultades.
El segundo régimen consiste en darles dinero voluntariamente a las personas que transportan y conducen el líquido a las casas en donde necesitan agua, por lo general casi nunca es dinero lo que más donan es comida, jugos, pan y demás alimentos que servirían para abastecer al voluntario.
El tercer y último régimen es en el que los voluntarios que transportan el agua cobran un valor de 300 pesos a personas que son ajenas al barrio y que llegan a los puntos de distribución de agua para que les llenen sus pimpinas tanques. También los propietarios de los lugares en donde se abastecen los repartidores de agua ofrecen el servicio de llenar ciertas cantidades de agua a un precio que varía según el volumen pertinente, como por ejemplo el costo de un tanque de mil litros de agua es de diez mil pesos y así sucesivamente.
La travesía
Las personas que habitan el barrio Simón Bolívar expresan lo inconforme y preocupados que se encuentran por la situación del agua, debido a que se han presentado anomalías en el tratado y manipulación del preciado líquido. Ellos aseguran que esta agua poco tratada ha traído consigo enfermedades e infecciones que han afectado a gran parte de los niños y ancianos del sector.
Además de construir pozos y vender agua los ciudadanos del barrio Simón Bolívar se quejan por el mal estado que tiene el agua en este sector de la ciudad, la cual presenta anomalías en la forma de su tratamiento, problema que pone en riesgo la salud de niños, jóvenes y ancianos que allí residen. Como solución, los habitantes del sector se han dado a la tarea de trasladarse hasta el tubo madre que se encuentra en el puente de San Pedro Alejandrino, la cual no se encuentra totalmente tratada y su consumo no es del todo apta , sin embargo los individuos que se trasladan hasta allí pasan por alto dicha medida.
Básicamente la extracción consiste en conectar una motobomba que jala a presión el líquido que se encuentra en el tubo madre hasta lograr llenar determinada cantidad de pimpinas; una de las personas que desempeñan esta labor es el señor Antonio quien a diario se traslada hasta el puente San Pedro, donde llena aproximadamente 16 pimpinas las cuales distribuye en dos viajes hasta su casa y regala dotaciones de agua a personas que difícilmente tienen el medio y la salud para realizar esta travesía.